| Los elevados y valientes hechos de las personas nobles y virtuosas son dignos de ser contados y escritos, tanto para inmortalizar su nombre gracias a su fama y a la excelsa alabanza , como también para conmover e inflamar los corazones de quienes leen y escuchan el relato, a fin de orientarlos a evitar y huir de los hechos viciosos, deshonestos y vituperables y de entusiasmarlos a realizar hechos honestos y gloriosos, que merezcan vivir en la perpetua memoria. Es así que hace dos años viajaba por el Condado de Hainaut , país que ha tenido y tiene todavía una muy noble y valiente caballería , como aparece de las crónicas y antiguas historias. Al pasar, conocí una abadía muy antigua, donde habían tres tumbas levantadas sobre el suelo; se llamaba la Abadía de la Oliva . Y como desde mi primera juventud he estado deseoso -y sigo todavía- de conocer los importantes hechos que protagonizaron los nobles y virtuosos personajes del tiempo pasado, averigüé los nombres de aquellos que yacían bajo las tres tumbas. Fui informado por el Abad y por los monjes del convento que las tumbas contenían los cuerpos de dos nobles y valerosas damas, y que su marido estaba sepultado entre ellas. Me dijeron sus nombres y apellidos y yo también los pude ver escritos en sus tumbas . Cuando vi y leí los epitafios, me enteré de que ahí yacía el muy valeroso caballero Gillion de Trazegnies en medio de dos nobles y virtuosas damas que en vida fueron sus compañeras y sus esposas, una de las cuales había sido la hija del Sultán de Babilonia . |
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¡Cómo no me iba a maravillar! Le pedí inmediatamente al Abad y a los monjes del monasterio que me contaran más ampliamente la historia y me dijeran cómo el tal Señor de Trazegnies se había casado con la hija del Sultán y la había traído a Hainaut. Entonces el Abad hizo que uno de los monjes trajera un pequeño libro en pergamino, escrito en italiano con letra muy antigua y muy difícil. Y luego de |
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haber leído y escuchado la historia, me pareció muy hermosa y digna de ser oída; por eso me he tomado el esfuerzo y he hecho el trabajo de traducir el contenido del librito en lengua francesa. De esta manera, los importantes hechos que hizo y cumplió el muy valeroso y esforzado caballero Gillion de Trazegnies y sus dos hijos, y sus grandes proezas no se extinguirán sino que serán conocidas cada vez más para que sean objeto por siempre jamás de perpetua memoria. Por lo que sé, estoy seguro de que esta historia será escuchada con mucho placer por el Muy Alto, Muy Excelente y Muy Poderoso Príncipe, mi Muy Respetado Señor Philippe, por la gracia de Dios, Duque de Borgoña, de Brabante, de Lotharingia y del Limburgo, Conde de Flandes, de Artois y de Borgoña, Palatino de Hainaut, de Holanda, de Zelandia y de Namur, Marqués del Santo Imperio, Señor de Frisia, de Salins y de Malinas. Sé que no existe letrado ni persona alguna capaz de poner por escrito esta historia, adornando el lenguaje como se merece. Por eso, muy humildemente suplico a mi Muy Respetado Señor que acepte mi simpleza como excusa.
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